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202 proverbios de oro
Los que miden el oro por celemines, suelen ser los más ruines.
Los toros se ven mejor desde la barrera.
Moro viejo, mal cristiano.
Moro viejo no puede ser buen cristiano.
Muero el toro y enseguida, acabase a carreira.
Mujer llorona, es puta o ladrón.
Nada más que me enderece dijo el jorobado.
Nadie es monedita de oro para caerle bien a todo el mundo.
Ningún jorobado se quiere ver la joroba.
No es de bravo señal buena, toro que escarba en la arena.
No es lo mismo oÃr decir "moros vienen", que verlos venir.
No es oro todo lo que reluce.
No es oro todo lo que reluce, ni harina lo que blanquea.
No hay moros en la costa.
No hay moza fea ni moneda de oro que tosca sea.
No paga los platos rotos, pero arma los alborotos.
No valer ya, es más doloroso que no haber valido nunca.
Novia llorosa, sonriente esposa, novia sonriente, llorosa esposa.
Ofrecer el oro y el moro.
Orejas curiosas, noticias dolorosas.
Oro en manos de pobre, parece cobre.
Oro es, lo que oro vale.
O todos moros o todos cristianos.
Para baina de oro, cuchillo de plomo.
Para decir que el toro viene, no es menester tantos arrempujones.
Para los toros del jaral los caballos de ahà mesmo.
Pedro se casó en mi pueblo, cojo, manco y jorobado; cómo seria la novia si fue engañado.
Pelean los toros, y mal para las ramas.
Una pulgada de tiempo es una pulgada de oro.
Por los cuernos se agarra el toro.
Porotos a medio dÃa y a la noche porotos, mala comida y mala cena.
Porque los loros no tienen médicos, viven siglo y medio; que si los tuvieran, cincuenta años no vivieran.
Por un moro que maté me pusieron matamoros.
Prueba tu habilidad primero en dorado y después en oro.
Puso pies en polvorosa.
Quedarse como el gallo de Morón, sin plumas y cacareando.
Quien con el viejo burlo, primero rió y luego lloró.
Quien con toros anda, a torear aprende.
Quién encuentra a un amigo, encuentra a un tesoro.
Quien hijo crÃa, oro crÃa.
Reniego de bacÃn de oro em que he de escupir sangre.
Reniego de grillos, aunque sean de oro fino.
Riqueza trabajosa en ganar, medrosa en poseer, llorosa en dejar.
Siempre que ha de hablar un lisiado, en la puerta un jorobado.
Si la vaca fuera honesta, cuernos no tendrÃa el toro.
Sin el oro y la plata, todo es patarata.
Sin plumas y cacareando, como el gallo de Morón.
Solo una puerta no abre el martillo de oro: la puerta del cielo.
Suerte, y al toro.
Tabaco, toros, naipes y vino, llevan al hombre a San Bernardino.
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