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378 proverbios de ego
La cama, el fuego y el amor, nunca te dirán vete a tu labor.
La caza y los negocios quieren porfÃa.
La ciencia no es para el borrego, ni las velas son para ciego.
La leña torcida da fuego recto.
La muerte y el juego, no respetan privilegios.
La mujer del ciego, ¿para quién se afeita?.
La mujer es fuego; el hombre, estopa; viene el diablo y sopla.
La necesidad no dice adiós, sino hasta luego.
Las deudas de juego son deudas de honor.
La vida es un juego.
Llegó el momento de la verdad.
Lleno es de bondad, quien nunca llegó a envidiar.
Lo heredado y lo ganado al juego, se tiene en poco aprecio.
Los negocios hacen a un hombre y al mismo tiempo lo prueban.
Los negocios no tienen ocio.
Luego que tu pan comÃ, no me acordé de ti.
Madrastras, reniego de ellas y de su casta.
Madre, casarme quiero, que ya llegó el candelero.
Maneja tu negocio; no dejes que él te maneje a ti.
Más ciego no puede haber, que aquel que no quiere ver.
Más vale agua del cielo que todo el riego.
Más vale el humo de mi casa que el fuego de la ajena.
Más vale salto de mata que ruego de hombres buenos.
Mientras está la pelota en el tejado, el juego no está ganado.
Mujeres en visita, luego sueltan la maldita.
Nadie ponga al fuego su olla vacÃa esperando que el vecino se la llene de carne.
Negocian los hombres sabios, disimulando injurias y sufriendo agravios.
Negocio de enterrador, negocio asegurador.
Negocio que no da para llegar a las diez, mal negocio es.
Negocios de puercos, puerco negocio.
Negocios hay que están bien a las dos partes.
Negocios largos, nunca bien acabados.
Niño con siete niñeras se queda ciego.
Ni santo sin estampa, ni juego sin trampa.
No cogÃamos en el fuego, y parió la abuela.
No eches más leña al fuego.
No está bien el fuego junto a las estopas.
No hay fuego más ardiente que la lengua del maldiciente.
No hay peor ciego que el que no quiere ver.
No hay peor sordo, que quien no quiere oÃr, ni peor ciego, que quien no quiere ver.
No hay pesares ni regocijos en la casa donde no hay hijos.
O crudo o asado por el fuego ha pasado.
Oración de ciegos, mal rezada y peor pagada.
Ora en juego, ora en saña, siempre el gato mal araña.
Otoñada de San Mateo, puerca vendimia y gordos borregos.
Pablo se casó en Segovia, ciego, sordomudo y manco; cómo serÃa la novia cuando engañaron a Pablo.
¿Para qué quiere el ciego la casa enjalbegada, si no ve nada?.
Peor que el ciego el idiota que mira pero no nota.
Pequeñas astillas el fuego encienden y los grandes maderos lo sostienen.
Perder por probar al socio, nunca ha sido mal negocio.
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